lunes, 7 de febrero de 2011

Solo me queda, devolverle la sonrisa.



A veces te miro fumar, me quedo callada viendo el humo entrar y salir de tu boca, rozando tus labios. Te miro callada cuando estás a mi lado, repaso tu perfil, sueño que por un maldito instante eres mío de verdad. Empiezo por tus ojos y me paro en tu nariz, te observo al respirar, tu facciones inescrutables, relajadas y perfectas. Y tu boca, cerrada por una sonrisa muda, una carcajada callada. Pienso que una vez me atreví a besarte, recuerdo cada pequeño detalle, tu forma de abrazarme. Recuerdo los paseos y las charlas, con tan sólo dirigirte una mirada. Aunque el bar está oscuro me matienes la mirada al otro lado de la mesa, una mirada con cariño pero fría, una mirada que me reta, y mis ojos, que se inundan con sólo verte reír, que te gritan lo que nunca me atreví a decir... Y tu mano sobre la mía, recordandome que todo es real, que está sucediendo.  Pero todo lo que empieza acaba, y te paras en la calle y gritas palabras que se escuchan pero no me llegan, que pronuncias y no suenan, porque no quieren dejarse escuchar, golpeas mi pecho, y tus lágrimas se anudan a las pupilas de mis ojos y de pronto se empujan para salir, pero no las siento. Terminas de gritar y te vas, y no recuerdo que es lo que me acabas de decir, pero mi mano lucha por volverte a tocar. El reloj no marca la hora, la pantalla está apagada, y poco a poco se funde todo a mi alrededor, y una mano me levanta. Pero tú no estás, y ¿de qué sirve abrir los ojos si no te voy a poder mirar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario